QUIEN NOS LO DIRÍA.

Quién nos iba a decir hace nada, cuando se comenzaban a intuir los primeros nubarrones sobre la economía, que un Gobierno socialista, aparte de negar lo que se nos venía encima, abriría el fuego, no contra los excesos del capitalismo, sino contra los fundamentos mismos de nuestro Estado social. Que allá por mayo de 2010, Zapatero, presa del pánico ante una posible intervención del Estado, entrase por el camino de los recortes, haciendo que pagaran las consecuencias de la crisis los más débiles, los trabajadores y no los que la han propiciado.

Quién nos iba a decir que ese Gobierno, tan atacado por algunas de sus políticas de izquierdas, acabaría liquidando las inversiones públicas, malvendiendo empresas estatales para hacer caja, mermaría indiscriminadamente los sueldos de los funcionarios y metería la mano en el bolsillo de los pensionistas. Que, incapaz de soportar las presiones, tendería un puente de plata a los empresarios para que limpiaran sus plantillas a precio de saldo, al bajar de golpe y porrazo las indemnizaciones por despido de 45 a 33 días por año trabajado.

Quién nos iba a decir que, hundido ese Gobierno autodenominado progresista en su propio descrédito, volvería ufana la derecha al poder, mintiendo a todo zurro y burro, con un programa lleno de promesas apaciguadoras, pero que ya estamos viendo no tenía ninguna intención de cumplir. Que  Rajoy apenas encontraría oposición en su voladura premeditada de muchos derechos ciudadanos y en su propósito de que los poderosos no pierdan ni uno solo de sus privilegios, pese a haber contribuido y hecho estallar  la crisis ante nuestras narices. Que después de comprometerse a crear tres millones y medio de puestos de trabajo hayan destruido cerca de un millón en su primer año de “rodillo”.

Quién nos iba a decir que el PP, que antes despotricaba a grito pelado contra los impuestos, al recuperar el Gobierno nos subiría el IRPF y el IVA, con la excusa, hoy también repetitiva, de que no podía a hacer otra cosa a la vista de la herencia recibida. Que, después de mendigar el voto de los jubilados con todo tipo de artimañas y  mentiras, mermaría su poder adquisitivo por el expeditivo procedimiento de no acomodar las pensiones al curso de la inflación o de aumentar de forma considerable el coste de las medicinas. 

Quién nos iba a decir que el PSOE y el PP cargarían sobre nuestras espaldas  los resultados de la nefasta y tramposa gestión de algunas entidades financieras, que ellos mismos gestionaban, cuyo demencial agujero estamos pagando entre todos. Y que, mientras tanto, esas mismas entidades carroñeras, rescatadas a un alto precio por el Estado, seguirían sin dar créditos y continuarían inconmovibles con sus prácticas de siempre, tratando a los usuarios con el  despotismo habitual, que tiene su máximo exponente en los desahucios que tantos suicidios y dolor están causando a los más débiles. Quien nos iba a decir que, en todo este tiempo, ninguno de los causantes iba a estar en la cárcel.

Quién nos iba a decir, en fin, que cinco años y tantos sacrificios después la economía seguiría su imparable deterioro, que estaríamos batiendo récords con los seis millones de parados, que las posibilidades de encontrar empleo a corto plazo serían prácticamente nulas, que los trabajadores ganaríamos mucho menos trabajando bastante más, que viviríamos bajo la incertidumbre de quedarnos en la calle a causa de una infame reforma laboral y que habría cada vez más dificultades para acceder en condiciones de igualdad a la enseñanza, a la sanidad e incluso a la justicia.

Quien nos iba a decir, que estos que apostaban por la minería y decían defender el carbón, acabarían liquidándolo de la forma más chapucera que jamás se ha visto en ningún sector. Que iban a mentir de forma tan reiterada. Que iban a ningunear a los trabajadores de la minería y todos los habitantes de sus comarcas.
Quien nos iba a decir hace años, que en el Valle íbamos a caer en manos de tal depredador y esquilmador del yacimiento. Que se iban a empeorar las condiciones laborales hasta tal punto de ser casi inexistentes. Que nos iban a dar el timo del “carbomocho” ofreciéndonos el oro y el moro, y que ahora íbamos a estar como puta por rastrojo.

Quien nos iba a decir, que íbamos a caer en manos de un partido tan corrupto, plagado de ministros prepotentes, manipuladores, trileros, sinvergüenzas, fascistoides, gurtelianos, mamandurrios, buitres, babosos, canallas, demagogos, estafadores, explotadores, farsantes, hipócritas, cínicos, inmorales, indignos, ladinos, majaderos, mediocres, miserables, sátrapas, trogloditas, ………

Pero nos hemos ido acostumbrando a ir de mal en peor sin rechistar y, casi sin darnos cuenta, hemos dejado que nos cuezan a fuego lento. Quien nos lo iba a decir.

SALUD Y REPUBLICA.